domingo, 4 de noviembre de 2012

Los días de Simone


Hay días en los que a Simone le parece que el arte de vivir es lo más sencillo que existe sobre la faz de la tierra. Días en los que cree que no es posible vivir un minuto sin que alguna maravilla de la creación deje absorto al humano que la contempla. Días en los que para ella lo difícil es estar triste, agobiada, enfadada con nadie ni con nada. Días en los que no tiene que esforzarse por ser amable, por ofrecer una sonrisa de buenos días ni por reírse con las bromas de su amado. Días en los que las cosquillas mañaneras de verdad la hacen reír con todo su cuerpo y, después, muchas horas después de haberlas recibido, aún se ríe con la misma intensidad al recordarlas. Días en los que por sorpresa siente algo bajo su ombligo llamando a la puerta suavemente, avisando de que una pulsación de placer va a recorrer todo su cuerpo, de un placer suave, como las olas que dejan una barca al pasar. Días en los que el pan tostado del desayuno sabe como el de las meriendas que le preparaba su tía antes de ir al parque. Días en los que la voz de su amado es la más hermosa de las melodías; en los que caminar y respirar son actos de una  magia asombrosa e inexplicable; en los que las personas son el mejor alimento y las puestas de sol, la mejor medicina.

Hay días en los Simone siente que estar viva es lo mejor que le podía pasar. 

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